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Linda Morales Caballero. La voz poética que Une Mundos

 

Linda Morales Caballero

En un mundo donde las fronteras culturales se desdibujan, figuras como Linda Morales Caballero emergen como faros de inspiración. Esta poeta, escritora, periodista, profesora y artista peruana, radicada en Nueva York, encarna el espíritu de una maestra universal que transforma el lenguaje en un puente entre el alma humana y las injusticias del planeta. Nacida en Lima, Perú, Morales Caballero ha forjado una trayectoria que la posiciona no solo como una líder literaria, sino como una educadora incansable que defiende la humanidad a través de las palabras.

Desde su infancia, marcada por viajes constantes, Linda absorbió la diversidad de América Latina. Vivió en Buenos Aires durante su juventud, estudió en España e Inglaterra, y exploró Brasil y otros países del continente. Aunque su mudanza a Estados Unidos fue inesperada —prefiriendo inicialmente Argentina—, Nueva York se convirtió en su base creativa, enriqueciendo su visión cosmopolita. Políglota en francés, inglés y portugués, su formación académica es impecable: graduada Cum Laude del Hunter College con una Licenciatura en Literatura Hispánica, Medios de Comunicación y Ciencias de la Comunicación, y un Máster en Literatura Hispánica e Iberoamericana. Estos estudios, complementados con historia del arte y artes visuales, le han permitido fusionar disciplinas en su obra.

 

Como maestra, Morales Caballero ha impartido clases en instituciones como la City University of New York (CUNY), el Departamento de Educación de Nueva York y la ONU, donde imparte clases que fomentan el pensamiento crítico y la empatía. En periodismo, ha sido corresponsal de El Comercio y colaboradora de Caretas en Perú, así como de El Sol en Argentina. Su rol como crítica literaria en Tribes Magazine ha analizado a gigantes como Mario Vargas Llosa y Junot Díaz, guiando a nuevas generaciones de lectores. Además, como letrista miembro de ASCAP, ha compuesto con maestros como Lucho Neves, y su fotografía ha brillado en exposiciones como la de La Galería Montserrat en Chelsea. 


Su producción literaria es prolífica: autora de siete libros de poesía y uno de prosa, como Poemas vivos: El hombre adivinado, Encantamiento, Poemas del amor cruel, El rumor de las cosas y El libro de los enigmas. Esta última obra, explorando la complejidad humana, se adaptó a teatro en Madrid y a un cortometraje premiado, Lips. Sus poemas, traducidos al inglés, portugués, bengalí, francés, ruso y árabe, abordan temas filosóficos, el amor cruel, enigmas humanos, injusticias sociales y crisis ambientales, como la deforestación amazónica o conflictos en Ucrania y Gaza. Influida por César Vallejo, su estilo innovador libera el lenguaje, convirtiéndolo en un acto de denuncia y sanación.

 

Reconocida con premios como el International Latino Book Awards por El rumor de las cosas, finalista del Ernest M. Hemingway en 2021 y homenajeada en FILLA 2019, Morales Caballero fué creadora en 2014 del grupo Fuego de Luna para promover la poesía y conexiones humanas. Co-creadora del Concurso Internacional de Literatura LAIA, participa en ferias y festivales globales, desde Argentina hasta Egipto. En 2015, junto con el actor español Edu Diaz, fueron merecedores del premio "Fuerza Fest" otorgado por el Hispanic Federation.

 

En esencia, Linda Morales Caballero es una líder que enseña a través del arte: "Toda mi vida seguiré escribiendo", afirma, recordándonos que la verdadera maestría radica en usar la voz para combatir la indiferencia. Su legado, entre Nueva York y sus raíces peruanas, inspira a soñar con un mundo más justo y poético.


Fuente: 

https://elimparcial.com.co/Archived/13.607-1187_El-Imparcial-Fecha-28-09-2025/pagina-9.html



























 


Cien goles

Por: Néstor Rubén Taype


- ¿Escuchaste lo que dijo el “Muerto” Pinzás?

- No, ¿Qué dijo?

- Que anoche jugaron un partido de fulbito y ganaron por cien goles

- Están locos.


Finales de los setentas y la oficina estaba llena de jóvenes con toda la energía de la diversión, las fiestas, los tragos y las chicas.

Los dos jovencitos veinteañeros, se habían quedado muy intrigados por esa  conversación de los cien goles. Con mucha prisa y a la salida del trabajo abordaron a Javicho. - Oe, compadre; como es eso de los cien goles que te dijo el Muerto. - Jugamos todos los martes - respondió - si quieren, vengan la siguiente semana, ya saben el día, once de la noche, en mi jato.


Javicho tenia como seis meses en la compañía, era muy jovencito como lo eran los demás empleados en la década de los setentas. Era bajo de estatura de cabello negro ondulado y usaba unos bigotes al estilo Dalí. Desde que ingresó llamó la atención por lo que hacia. En la celebración del día de la Madre, en la oficina se recitó unos soberbios poemas alusivos a la fecha que hicieron soltar mas de una lagrima al personal, especialmente las damas. Payaso, era un show en las fiestas contando chistes, ademas con gran carisma caía bien a donde llegara.


Los dos muchachos curiosos llegaron el martes media hora antes de la cita. Javicho los hizo pasar a su departamento, donde según él, vivía solo.


- Aquí tengo un par de pantalones buzo que les puede quedar para el partido.


Les pareció bien cambiarse para no romper el pantalón de uniforme y puestas las zapatillas, salieron juntos. Llegaron a un parque que estaba siendo regado por uno de la mancha que.


- Oe, creo que llegamos en mala hora, esta regando el parque.

- Así jugamos muchachos no se preocupen - dijo Javicho.


Había una iluminación muy baja en ese lado del parque, y el riego del pasto continuaba - déjalo bien mojado Piero- gritó alguien.


El grupo estaba conformado por muchos blanquitos miraflorinos, lugar donde residía Javicho. Después de manera uniforme como si se tratara de acólitos a una religión se juntaron a un costado que no estaba mojado. Eran mas de una docena, incluyendo a los invitados curiosos.

La noche los ocultaba y apenas iluminada por una tenue luna, las actividades de aquel grupo se desarrollaban con tranquilidad y se sentaron todos haciendo un circulo. Javicho fungía de “sacerdote” sacó un enorme papel blanco tamaño de un periódico y luego de extenderlo delicadamente, hecho una buena cantidad de hierba, según ellos fresca y lozana directamente importada de Colombia. Mientras Javicho envolvía cuidadosamente el enorme pucho, los dos jovencitos, curiosos de los cien goles, observaban el rito; todos guardaban un complice silencio.

Después procedió a encenderlo y a “golpear” luego de varias pitadas comenzó el traslado del enorme cigarro, si así se le puede llamar, a cada uno de los allí sentados. Lo dos curiosos ya habían pasado esta “experiencia” en una fiesta, sabían que para no “caer” el secreto estaba en no “golpear”, y botar el humo solapadamente. Llegado el turno para ellos, hicieron lo acordado y pasaron la prueba, total el resto estaban en lo suyo por disfrutar sus momentos y no se daban cuenta de nada.


Terminada la faena del “vacilón” con el enorme “troncho” se pusieron de pie e inmediatamente dos patas se la rigieron para escoger sus respectivos jugadores. Se daba inicio al juego en ese grass mojado, que en algunos sitios era huecos con barro. El partido empezó y luego de unos diez minutos de juego, los dos jovencitos curiosos se dieron cuenta que ya no había diferencia de un equipo con el otro. Que se pateaba al arco mas cercano sin que nada importe. Las patadas o “fouls” no se sancionaban, todo era un chongo de empujones, puras risas y el partido se terminaba cuando el cansancio vencía. El marcador era solo un invento porque nadie sabia cuantos goles se habían hecho. Todos terminaban embarrados de barro, de los pies a la cabeza, algunos “pasados” descansaban dormidos y recostados con la boca abierta en algún arbusto o árbol; como esos soldados muertos después de una batalla.


Uno de los curiosos preguntó - Javicho ¿quién ganó? - Nosotros, por cien goles.

- ¿Y ahora que hacemos?

- Regresamos a mi jato, se cambian y se bañan, si quieren y de allí nos vamos a comer salchipapas al aeropuerto.

- Oe, el aeropuerto esta lejos 

- No huevón, aeropuerto es el nombre donde la venden - respondió Javicho, que feliz entonaba su salsa preferida 

- Me tengo que ir!!









Mi propio sendero

Antonio “El Ché”

 “ No ché no bebo, no puedo, te acompaño con un jugo de naranja nomás, mirá ché como te estaba diciendo, al principio tenés que luchar con...